Cuando yo pienso en el sufrimiento que trae el comer carne, no
puedo soportarlo, y siento que el dolor y la angustia llenan mi corazón.
OM MANI PADME HUM HRIH.
Tú eres quien guía a los seres, movido por la vacuidad y
compasión, ¡Arya Avalokiteshvara, ante ti me postro!
Sin haberme entrenado en el amor y compasión, yo como la
carne de mis madres mientras doy conferencias sobre la causa y efecto. Sin
haber realizado lo absoluto, yo voy errando por un sendero de palabras vacías.
Yo, el mendicante de la Roca Blanca, el que habla como un
loro, practiqué austeridades y el “extraer la esencia”; entonces, un día,
mientras estaba meditando en el Señor Avalokiteshvara, de acuerdo a la unión de
los niveles desde la “Liberación que es Igual al Espacio”[1],
mi propio cuerpo y todo lo que estaba alrededor mío desapareció súbitamente,
transformándose en el cuerpo de luz del Gran Compasivo[2],
quien apareció como una visión en el cielo ante mí.
Como yo estaba mirando desde un estado de consciencia
luminoso, yo pude ver las inconcebibles miserias de los reinos inferiores, y en
particular el amplio sufrimiento del Infierno de Reviviendo. Una de sus partes
en particular, yo la vi completamente llena de hombres y de mujeres, desnudos y
sin ayuda, y delante de cada uno de ellos estaban de pie una multitud de
servidores infernales que tenían cabezas de pájaros, animales, y bestias
feroces. Muchos de ellos blandían afiladas armas en sus manos, con los cuales
ellos descarnaban a sus víctimas, y comían su carne. Ellos cortaban una y otra
vez, y una y otra vez la carne volvía a crecer. Las víctimas no morían hasta
que su karma se agotaba, y sus tendencias habituales no disminuían, sino que
aumentaban. Para aquellos que realizaron “ofrendas rojas”, era incluso peor.
Cuando yo hube terminado de ver toda esta manifestación de mi propia
percepción, yo pensé para mí: “¿Qué podría hacerse para parar todo este
sufrimiento?”
En ese mismo instante, en el cielo ante mí, apareció el Gran Compasivo, quien dijo:
“¡Emaho! Hijo mío, durante muchas vidas tú has estado cerca de mí, ¡Ahora,
escucha bien, tú que eres diligente y posees determinación! Tú has oído
enseñanzas sobre los estados de generación del Yoga de la Deidad, e incluso has
desarrollado unas pocas cualidades, pero la raíz del Dharma es el amor
benevolente y la compasión. ¿Tienes verdadero amor y compasión dentro de ti?
¿Cómo puede alguien que se ha entrenado en la compasión comer carne? ¡Mira qué
tipo de sufrimiento trae el comer carne! Los resultados de nuestras propias
acciones madurarán sobre nosotros, y no hay nada que los Budas de los tres
tiempos[3]
puedan hacer. El comer carne no propicia ninguna virtud, y supone muchas
faltas; es la fuente de las cuatrocientas clases de enfermedad, las ochenta mil
fuerzas obstructivas, y las ochenta y cuatro mil emociones aflictivas. Excepto
cuando es parte de la conducta de carente de miedo de “uno que beneficia a todo
el que encuentra”, cuando es usada como medicina, o cuando es usada como una substancia
sagrada del supremo Mantra Secreto, la ingesta de carne no trae la más leve
gota de virtud.
Puesto que los comedores de carne son los demonios mara o raksasas, tu disciplina moral solo disminuirá, y tus emociones
negativas se incrementarán; tu carecerás de la causa, que es el amor
desinteresado y la compasión, y por lo tanto el fruto de la esencia de la
iluminación será difícil de obtener.
Aquellos que comen carne no estarán acompañados por las
deidades portadoras de la sabiduría, no podrán recibir las bendiciones, las
realizaciones, lo que es auspicioso, y la actividad. El altruismo no se
desarrollará en aquellos que comen carne, y probablemente los dioses y los
nagas los verán cómo demonios. Aquellos
que comen carne estarán rodeados por gandharvas[4],
raksasas[5],
maras[6],
Yamas[7],
fantasmas, espíritus, monjes demonio, y demonios incitadores a la rotura de los
compromisos[8]; y como
resultado, el comer carne llevará a renacer en los infiernos, o como un pájaro,
o como un chacal, o como un demonio caníbal[9].
Siendo así, el comer carne trae una gran cantidad de sufrimientos.
Pero cuando renuncies a ello, estarás libre de todas estas
faltas, y siempre serás venerado por los seres no humanos, quienes te verán
como un brahmín puro o un dios. Todos los Budas y Bodhisattvas de las diez
direcciones, los gurús, las deidades protectoras y las dakinis, se reunirán en
torno a ti como si fueran nubes, y en particular tú serás acompañado por Bodhisattvas
masculinos y femeninos.
De forma completamente natural, tú poseerás la causa del amor
benevolente y de la compasión, y alcanzarás rápidamente el resultado, que es la
esencia del Despertar. Estas son algunas de las virtudes inconcebibles que se
obtienen”.
Así es como habló El, y entonces, una vez que mis propias
percepciones volvieron de nuevo, me sentí como si hubiera despertado de un
sueño lúcido. Mi mente y mi cuerpo estaban sufriendo tanto dolor como si
hubiera ingerido un veneno, y sentía tanto miedo y pánico que me hacían
temblar. Solo con pensar en el terrible sufrimiento del Infierno de Reviviendo,
lo único que hacía era dar mi propia
felicidad intercambiándola por el sufrimiento de los otros. Mi mente estaba tan
completamente abrumada, que lo único que podía hacer era llorar. Y sentí una
intensa y desbordada compasión.
Entonces, para tomar sobre mí los sufrimientos de los otros,
y para purificar sus faltas y los oscurecimientos derivados de la ingesta de
carne, para con cada una de mis madres, los seres sintientes, que son tan
infinitos en número como la amplitud del espacio, y de acuerdo a los dos
niveles de realidad, yo hice el siguiente voto:
“¡Ay! Poderoso Sabio, Sakyamuni, y todos los Budas y
Bodhisattvas a través de todo el espacio y de los tres tiempos[10];
tened compasión por este hijo que no conocía nada sobre la causa y efecto!
¡Maestros del linaje, y gurús raíz, dispensadores de la
gracia, cuidad de mí! ¡Tened compasión por este hijo vuestro que no conocía
nada sobre la causa y efecto!
¡Suprema deidad protectora[11],
poderoso Avalokiteshvara, cuida de mí! ¡Ten compasión por este hijo que no
conocía nada sobre la causa y efecto!
Abrumado por la ignorancia y los dos oscurecimientos, yo
hablé con frecuencia de cómo todos los infinitos seres han sido nuestros
padres, y mientras tanto yo estaba viviendo de su carne, yo les enseñaba
a los demás la causa y efecto. Yo no tenía la menor idea de que el
sufrimiento que ello suponía pudiera ser tan grande. Yo he oído con frecuencia
decir que el comer carne que es “pura tres veces”[12]
había sido aprobado por el Buda, y que ello no suponía una acción negativa.
Pero aquellos que dicen esto tienen que ser Seres Nobles que benefician a todo
lo que encuentran, seres puros como flores de loto, que no son manchados por
las emociones negativas, y practicantes del Profundo Sendero del Mantra
Secreto.
En cuanto a mí, yo no tengo ninguna instrucción más profunda
que la del amor desinteresado y la compasión, y también la de la infalibilidad
de causa y efecto.
Para purificar todas las faltas y los oscurecimientos nacidos
del comer carne que existen en todos los seres sintientes, quienes se extienden
a través de todo el espacio, a partir de este mismo momento, yo renuncio
completamente a comer carne.
Este será mi compromiso inquebrantable, y nunca lo eludiré.
Incluso en el caso de que todos los animales que hay sobre la
faz de la Tierra fueran comidos, aún no habría una satisfacción real del
hambre, esta seguiría aumentando. Y si nosotros no encontramos nada que comer y
beber durante unos pocos días, nos sentiríamos como si nunca antes hubiéramos
probado un solo pedazo de comida.
Ahora es el momento de escapar de este demonio hambriento.
¿De dónde viene esta carne? Viene solo del aferramiento al yo y del apego. Solo
el pensar en ello me entristece, y me
pongo a punto de vomitar. Este montón nada apetecible de suciedad y porquería,
está contaminado por las treinta y seis substancias impuras.
Un cuerpo que nace de las tendencias habituales, es la base
para el sufrimiento; y muchos animales tienen un karma particular que es tan negativo,
que cualquiera que coma su carne encontrará difícil el conseguir la liberación.
El Buda dijo que la carne y el alcohol son regalos impuros, y
que el ofrecerlos no puede ser contado como generosidad. Por lo tanto, ¿Quién
comería esta comida de aflicción?
Los pretas[13]
viven durante miles de años humanos, en los que no ven ni comida ni bebida, y
durante los que solo padecen sufrimientos; pero nosotros los seres humanos
podemos beber incluso agua fresca, y podemos hartarnos con cantidad de comida y
bebida aparte de la carne y el alcohol. Cuando aún no estamos satisfechos con
todo esto, ¿Cómo podemos pagar la amabilidad recibida en el pasado con tanta
ingratitud?
A través del transcurso de los incontables eones del pasado,
en cada mundo de este universo que es tan extenso como el espacio, no hay un
solo ser que no haya sido nuestra propia madre. Y la leche que nosotros hemos
bebido de nuestras madres, llenaría un billón de mares.
Ahora, lejos de toda afectación, y tomando a las Tres Joyas[14]
como testigo: Yo, en el pasado, dominado por la ignorancia y las tendencias
habituales, comí la carne de mis padres, y no confesé ningún remordimiento.
Ahora, con una motivación pura que incluye los cuatro poderes oponentes[15],
tal como en el dicho: “No estaba, no estoy, y no estaré apegado”, a partir de
ahora mismo, que pueda el pensamiento de comer carne no entrar nunca en mi
mente, y si es que yo como carne, que puedan las Tres Joyas enviarme castigo.
Que puedan los protectores y guardianes mirarme a cada momento.
Ahora, si yo fuera a comer la carne de aquellos seres que
fueron mis madres en el pasado, no habría nadie en los Tres Reinos[16]
que cometiera una transgresión mayor. El Buda dijo que el hacer daño a otros,
aún de forma muy ligera, deteriora nuestros votos. Por lo tanto, ¿Qué necesidad
hay de mencionar la ingesta de carne, la cual está relacionada con el matar?
En el Sutra del
Parinirvana, en el Sutra del Descenso
a Lanka[17],
y en otros, se dice que el comer carne es lo mismo que quitar la vida, y que
está prohibido en ambos Vehículos, el Grande[18]
y el Pequeño[19], pero
en particular no está permitido para un Bodhisattva.
Nuestro Maestro[20],
cuando apareció como una joven perdiz, y como una bestia feroz allá en la
espesura, no comió carne. ¿Cómo podríamos hacerlo sus seguidores?
De acuerdo a las instrucciones del Buda, también muchos
grandes maestros de India y Tíbet renunciaron a ello, por tanto, las faltas que
se derivan de ello van más allá de lo imaginable.
El no cultivar una negatividad es en sí mismo una práctica de
Dharma genuina, por lo tanto, ¡Que pueda yo estar siempre en armonía con el
Dharma genuino!
Cuando yo vi las
ilimitadas faltas que provienen del comer carne, incluso el solo pensar en ello
hace que me sienta enfermo, como si estuviera envenenado; y entonces por eso
yo, el gran mendicante que atiende por el nombre de Düddul, escribí estas
palabras aconsejándome a mí mismo a renunciar a ello, en la ermita del Fortín
del Cielo de la Roca Blanca. ¡Que puedan los resultados de la virtud contenida
en esto, purificar todas las faltas y los oscurecimientos que en todos los
seres sintientes se producen debido al comer carne, de forma que todos ellos
puedan llegar a ver a los Mil Budas, cara a cara!
Traducido del tibetano por Adam Pearcy.
Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción
upasaka Losang Gyatso. Editado a 9-06-2015.
[1] Khanyam Rangdrol.
[2] Avalokiteshvara.
[3] Pasado,
presente, y futuro.
[4] Músicos
celestiales.
[5] Un tipo
de demonios.
[6]
Demonios.
[7] Señores
de la Muerte.
[8] Samaya.
[9] Yaksha.
[10]
Presente, pasado, y futuro.
[11] Yidam.
[12]
Cuando no se ha visto o se ha oído que un ser ha sido sacrificado expresamente
para uno, o cuando no hay duda al respecto.
[13]
Fantasmas hambrientos.
[14]
Buda, Dharma, y Sangha.
[15]
El poder del reconocimiento, el poder del arrepentimiento, el poder del
antídoto, y el poder del refugio.
[16]
Los reinos del Deseo, Forma, y Sin Forma.
[17] Lankavatara Sutra.
[18] Mahayana.
[19] Hinayana.
[20] El
Buda.