Longchen Rabjam: Treinta Piezas de Consejo desde el Corazón.
En el medio del cielo que todo lo abarca de su sabiduría, el
Espacio Absoluto, los cálidos rayos de su compasión están brillando sobre las
nubes de sus oraciones; la abundante lluvia de amrita[1]
cae continuamente sobre el campo de los seres que han de ser entrenados,
madurando los brotes de los Tres Kayas[2].
Nosotros nos postramos a los pies del Gurú, el protector, la
Suprema de las Tres Joyas[3].
Que a través del poder de mis aspiraciones pueda yo unirme al
linaje supremo de la realización; pero al no esforzarme de forma diligente,
esta existencia que he vivido en vano llega ahora a su crepúsculo. Yo tuve la
intención de hacer como los Rishis, pero ahora yo estoy extremadamente abatido,
y he visto a otros que están como yo. Por eso es por lo que, para hacer que
surja en mi mente una clara renunciación, yo he pronunciado estas Treinta Piezas
de Consejo desde el Corazón.
PRIMER
CONSEJO.
¡Ay! Después de haber reunido en torno a uno a un gran
círculo de personas a través de todo tipo de medios hábiles, uno puede tener
una comunidad monástica floreciente. Pero esto es fuente de riñas, y ocasiona
grandes apegos en uno.
Permanecer solo es mi consejo de corazón.
SEGUNDO
CONSEJO.
Con ocasión de las ceremonias que se realizan en las aldeas
para eliminar obstáculos y dominar a los malos espíritus, uno puede exhibir sus
cualidades ante la multitud. Pero a través de la codicia hacia la comida y la
riqueza, es la mente de uno la que será llevada por el demonio.
Dominar la propia mente de uno es mi consejo de corazón.
TERCER
CONSEJO.
Después de haber recogido gran cantidad de donativos de la
gente pobre, entonces uno puede así erigir estatuas y monumentos, distribuir
gran cantidad de limosnas y demás. Pero esto es causar el que otros acumulen
malas acciones sobre una base virtuosa.
Hacer que la mente de uno sea virtuosa es mi consejo de
corazón.
CUARTO
CONSEJO.
Deseando la propia grandeza, uno expondrá el Dharma a otros,
y a través de numerosas estratagemas engañosas uno mantendrá en torno suyo a un
círculo de personas importantes y humildes. Pero esa mente que se aferra a las
realidades burdas es la causa del orgullo.
Tener solo planes a corto plazo es mi consejo de corazón.
QUINTO
CONSEJO.
Mercadear, prestar dinero con interés, y todo este tipo de
engaños; con la riqueza amasada de forma incorrecta uno muy bien puede hacer
una gran cantidad de ofrendas, pero los méritos que descasan sobre la codicia
son la fuente de los ocho intereses mundanos[4].
Meditar en el rechazo de la codicia es mi consejo de corazón.
SEXTO
CONSEJO.
Actuando como testigo, avalista, y estando envuelto en
disputas legales, uno puede apaciguar así las riñas de los otros, pensando que
esto es bueno para todos. Pero el caer en esto traerá el incremento de las miras
interesadas.
Permanecer sin expectativas ni temores es mi consejo de
corazón.
SÉPTIMO
CONSEJO.
Con la administración de provincias, y teniendo asistentes y
riquezas, el renombre de uno puede extenderse por todo el mundo. Pero a la hora
de la muerte todas esas cosas no tienen la menor utilidad.
Esforzarse en la propia práctica de uno es mi consejo de
corazón.
OCTAVO
CONSEJO.
Los administradores, asistentes, aquellos que están situados
en posiciones de responsabilidad, y los cocineros son los pilares de la
comunidad monástica. Pero una mente que esté interesada en esto es causa de
pesar.
Minimizar esta actividad creadora de confusión es mi consejo
de corazón.
NOVENO
CONSEJO.
Llevando los objetos religiosos, las ofrendas, libros y los
utensilios de cocina, uno puede ir a la soledad de las montañas llevando todo
lo necesario. Pero el estar bien equipado ahora es la fuente de dificultades y
riñas.
No tener necesidades es mi consejo de corazón.
DECIMO
CONSEJO.
En estos tiempos degenerados uno puede hacer reproches a la
gente cruel que está en torno a uno. Aunque uno piensa que será útil para
ellos, solo es la fuente de pensamientos venenosos.
Pronunciar solo palabras llenas de paz es mi consejo de
corazón.
DECIMO PRIMER
CONSEJO.
Sin tener ningún tipo de consideración egoísta, uno puede,
con gran afecto, mostrarle a la gente sus defectos, pensando que solo es por su
propio bien. Pero aunque lo que uno dice es verdad, esto solo herirá sus
corazones.
Pronunciar palabras amables es mi consejo de corazón.
DECIMO
SEGUNDO CONSEJO.
Uno se involucra en controversias defendiendo su propio punto
de vista y contradiciendo la forma de pensar de otros, pensado que hace esto
para preservar la pureza del Dharma. Pero actuando de ese modo uno induce a
pensamientos impuros.
Permanecer en silencio es mi consejo de corazón.
DECIMO TERCER
CONSEJO.
Pensando que uno está prestando un servicio, uno apoya de
forma partidista el linaje y los puntos de vista filosóficos del gurú de uno.
Pero el alabarse a uno y menospreciar a los otros madura en uno el apego y el
odio.
Abandonar estas cosas es mi consejo de corazón.
DECIMO CUARTO
CONSEJO.
Habiendo examinado completamente el Dharma que uno ha oído,
uno puede pensar que el ver los errores de otros es una prueba de tener
sabiduría discriminativa, pero el pensar de este modo solo es causa de
acumulación de faltas para uno.
Ver todo como puro es mi consejo de corazón.
DECIMO QUINTO
CONSEJO.
Hablando solo el lenguaje de la vacuidad que es como el
espacio, y desdeñando la causa y efecto, uno puede pensar que la no acción es
la intención última del Dharma. Pero el no abandonar las dos acumulaciones[5]
traerá la prosperidad de la práctica de uno.
Unir estas dos acumulaciones es mi consejo de corazón.
DECIMO SEXTO CONSEJO.
Con respecto a la tercera iniciación, está el descenso de la
esencia y demás. Uno puede pensar que el camino de la forma del cuerpo de los
otros lo llevará a un progreso excepcional. Pero en este sendero de lo impuro,
muchos grandes meditadores han sido cogidos en una trampa.
Confiar en el Sendero a la Liberación es mi consejo de
corazón.
DECIMO
SEPTIMO CONSEJO.
El dar iniciaciones a gente que no está cualificada y el
distribuir a las multitudes las substancias sacramentales es la fuente del
abuso y de que se eche a perder el samaya[6].
Preferir un comportamiento recto es mi consejo de corazón.
DECIMO OCTAVO
CONSEJO.
Yendo desnudo en público y otras excentricidades uno puede
pensar que está actuando como un yogui. Pero así es como uno origina el que la
gente mundana pierda la fe.
Ser cuidadoso en todas las cosas es mi consejo de corazón.
CONSEJO
DECIMO NOVENO.
Donde quiera que se esté, con el deseo de ser el más grande
uno se comportará fingiendo actuar de forma tradicional e inteligente; pero
esto es la causa de caer de lo más alto a lo más bajo.
No estar ni tenso ni relajado es mi consejo de corazón.
VIGESIMO
CONSEJO.
Tanto que uno viva en aldeas, monasterios, o en retiro en las
montañas, sin buscar la intimidad, uno debería de ser amigo de todos, pero sin
intimar ni sentir animosidad.
Mantener la independencia de uno es mi consejo de corazón.
VIGESIMO
PRIMER CONSEJO.
Asumiendo un semblante artificial uno puede rendir homenaje
de una forma agradable a los benefactores que se ocupan del sustento de uno.
Pero el fingir para engañar a otros es causa de que uno se enrede.
Actuar con un mismo gusto es mi consejo de corazón.
VIGESIMO
SEGUNDO CONSEJO.
Existen innumerables escritos sobre adivinación, astrología,
medicina, etc; aunque todos ellos tienen que ver con los métodos basados en los
vínculos de la interdependencia, nos apartan
de la omnisciencia. El ser demasiado aficionado a todas estas cosas
dispersará nuestra contemplación.
Minimizar el estudio de estas ciencias es mi consejo de
corazón.
VIGESIMO
TERCER CONSEJO.
Cuando uno permanece dentro (de la cueva) haciendo arreglos
en el interior, uno puede de este modo tener todas las comodidades en medio de
la soledad. Pero esto es una forma de desperdiciar toda la vida en detalles
triviales.
Poner fin a toda esa serie de actividades es mi consejo de
corazón.
VIGESIMO
CUARTO CONSEJO.
Estando instruido, siendo virtuoso y demás, y también
ejerciendo algo de esfuerzo hacia la realización, uno puede de este modo hacer
que sus cualidades personales alcancen su pico. Pero el aferramiento asociado
con esto solo hará que uno se enrede.
Saber cómo ser libre, sin egocentrismo es mi consejo de
corazón.
VIGESIMO
QUINTO CONSEJO.
Consiguiendo que caiga
granizo y truenos utilizando el poder de los mantras, mientras que uno se
protege de todo esto, uno puede pensar que ya ha dominado lo que debía de ser
dominado. Pero el quemar a otros seres no tendrá otro final más que el acabar
en los reinos inferiores.
Permanecer humilde es mi consejo de corazón.
VIGESIMO
SEXTO CONSEJO.
Uno puede tener una gran abundancia de textos dignos de ser
deseados, haber recibido numerosos consejos verbales, anotaciones y demás. Pero
si uno no los pone en práctica, a la hora de la muerte no servirán de nada.
Estudiar la propia mente es mi consejo de corazón.
VIGESIMO
SEPTIMO CONSEJO.
Cuando uno practica con concentración en un solo punto, uno
puede tener experiencias, tratar sobre ellas con otros, escribir versos
espirituales y cantar canciones de realización. Aunque todas estas cosas son
manifestaciones naturales de la práctica, ellas solo incrementarán el vagar de
los pensamientos.
Mantenerse apartado de toda conceptualización es mi consejo
de corazón.
VIGESIMO
OCTAVO CONSEJO.
Cualesquiera que sean los pensamientos que surjan, es
importante observarlos. Entonces, cuando uno ha obtenido una comprensión clara
de la mente es importante permanecer con ella. Aunque no hay nada sobre lo que
meditar, es importante permanecer en dicha meditación.
Estar siempre atento es mi consejo de corazón.
VIGESIMO NOVENO
CONSEJO.
Inmersos en la vacuidad, actuando de acuerdo con la Ley de
Causa y Efecto, manteniendo puros los tres tipos de voto[7]
tras haber entendido que es la no acción, que con una compasión absoluta
podamos esforzarnos para el beneficio de todos los seres.
Unir las dos acumulaciones es mi consejo de corazón.
TRIGESIMO
CONSEJO.
Uno ha seguido a muchos gurús sabios y realizados, ha
recibido muchas instrucciones profundas, y ha buscado a través de unos pocos
Sutras y Tantras, pero aún así uno no los ha aplicado. ¡Ay! Uno solo se está
engañando a sí mismo.
Es por esto por lo que yo he pronunciado estas Treinta Piezas
de Consejo de Corazón para mí y para aquellos que están como yo.
Que por cualquier
pequeño mérito que pueda surgir de este espíritu de renunciación puedan todos
los seres ser guidados a través de la confusa expansión de la existencia, y ser
establecidos en el Gran Gozo. Que caminando tras las huellas de los Budas y
Bodhisattvas de los tres tiempos y de todos los grandes santos, podamos convertirnos
en sus hijos supremos.
Así, urgido por una
pizca de renunciación, el llamado Tsultrim Lodrö[8]
concibió estas Treinta Piezas de Consejo de Corazón.
[1] Néctar
celestial.
[2] Los Tres
Cuerpos de un Buda: Nirmanakaya, Sambhogakaya, y Dharmakaya.
[3] En
Tantra las Tres Joyas son: Gurú, Yidam, y Dakinis.
[4] Ganancia
y pérdida, placer y dolor, fama e irrelevancia, alabanza y crítica.
[5] De
mérito y sabiduría.
[6] Los
votos tomados junto con un rito de iniciación tántrico.
[7] Los
votos de la liberación individual, los votos del Bodhisattva, y los votos
tántricos.
[8] Uno de
los nombres de Longchenpa.